jueves, 3 de octubre de 2024

CONVOCATORIA EXPRÉS

CONVOCATORIA 5:

BASES:

Cualquier persona puede participar (independientemente de su nacionalidad).

Para esta quinta convocatoria, el tema es "CIENCIA FICCIÓN" en sus diversas formas. Puede ser un microrrelato, un microcuento o una minificción.

La extensión máxima para un microrrelato o minificción es de 200 palabras y para un microcuento de hasta 500 palabras  (solo se acepta un texto por participante). 

El formato del archivo debe ser garamond 12, espacio 1.5 en archivo Word.

Los trabajos deberán ser enviados a la dirección de correo electrónico: revistamicroliteratura@gmail.com (en el asunto poner “CONVOCATORIA - CIENCIA FICCIÓN” y dentro del archivo escribir nombre y apellido, país)

Se seleccionarán los mejores textos, teniendo como criterio aquellos que destaquen por el manejo técnico, el buen lenguaje y la capacidad creativa.

La convocatoria vence el 30 de marzo.


SELECCIONADOS CONVOCATORIA 5:

Marcelo Medone – 43,3 grados a la sombra – Uruguay

Juan Martínez Reyes – Determinación – Perú

Jorge Ortiz – El primero

Adriana de Jesús Casas Moreno – El viajero – México

José Rodríguez – Infancia – México

Iraldo Ramírez Tapanes – Escape – Cuba

Rubén Valle – Subir y bajar



CONVOCATORIA 4:

BASES:

Cualquier persona puede participar (independientemente de su nacionalidad).

Para esta cuarta convocatoria, el tema es "Amor" en sus diversas formas. Puede ser un microrrelato, un microcuento o una minificción. También recibiremos micropoemas con la misma temática.

La extensión máxima para un microrrelato o minificción es de 200 palabras y para un microcuento de hasta 600 palabras  (solo se acepta un texto por participante). 

La extensión máxima para micropoemas es de 8 versos. Se puede participar en ambas categorías con un solo texto.

El formato del archivo debe ser garamond 12, espacio 1.5 en archivo Word.

Los trabajos deberán ser enviados a la dirección de correo electrónico: revistamicroliteratura@gmail.com (en el asunto poner “CONVOCATORIA - AMOR” y en el cuerpo del mensaje escribir nombre y apellido, país)

Se seleccionarán los mejores textos, teniendo como criterio aquellos que destaquen por el manejo técnico, el buen lenguaje y la capacidad creativa.

La convocatoria vence el 31 de enero.


SELECCIONADOS CONVOCATORIA 4:

Eduardo Honey – A mi eterna amiga – México  

José Luis Machado – Antes – Uruguay 

Sharon Pringle Félix – Choqué con el amor – Panamá 

Mauricio Albeiro Montoya Vásquez – Decepción amorosa – Colombia

Santiago Fernández González – Grafitis futuristas – Colombia  

Iraldo Ramírez – Entre dos – Cuba

Mayra Rolón Valenzuela – Latido – México

Nerley María Díaz Solera – Colombia

Adriana de Jesús Casas Moreno – Perfección – México

Stefany Herra Chaves – Castillo de cristal – Costa Rica

Carmen Elisa Benavides M. – No llegó el amor – Colombia

Gloria Angélica Saggiorato – Ojitos chispeantes…mirada extinta – Argentina

Eduardo Honey – Orbitando, orbitándonos – México

Juan Martínez Reyes – 17 – Perú 

Diego Martínez Jurado – Suave beso – Guatemala

Sheina Lee Leoni – Tarde sobre el río – Uruguay

Alejandro Zapata Espinosa – Toma de ángulo – Colombia  


CONVOCATORIA EXPRÉS 3:

BASES:

Cualquier persona puede participar (independientemente de su nacionalidad).

Para esta tercera convocatoria exprés, el tema es "Navidad" en suS diversos matices. Puede ser un microrrelato, un microcuento o una minificción.

La extensión máxima para un microrrelato o minificción es de 200 palabras y para un microcuento de hasta 600 palabras  (solo se acepta un texto por participante)

El formato de la carta debe ser garamond 12, espacio 1.5 en archivo Word.

Los trabajos deberán ser enviados a la dirección de correo electrónico: revistamicroliteratura@gmail.com (en el asunto poner “CONVOCATORIA EXPRÉS- NAVIDAD” y en el cuerpo del mensaje escribir nombre y apellido, país)

Se seleccionarán los mejores textos, teniendo como criterio aquellos que destaquen por el manejo técnico, el buen lenguaje y la capacidad creativa.

La convocatoria vence el domingo 15 de diciembre.

SELECCIONADOS CONVOCATORIA 3:

Amalia Cordero Martínez (Cuba) – Mi árbol y yo

Daniel Frini (Argentina) – Crónicas del encierro VI

Ricardo Álvarez Moncada (Honduras) – Brillo de esperanza

Iraldo Ramírez Tapanes – (Cuba) – Del otro lado

Anita Riquelme Suazo – (Chile) –Hasta mañana

Jhonier Agudelo Granados (Colombia) – Infanticidio  

Francisco Araya Pizarro (Chile) – La  estrella bermellón

Aquiles León Flores (Colombia) – La inolvidable Navidad de Ursúa

Orlando Guevara (Colombia  – La caracola

Juan Martínez Reyes (Perú) – Burocracia

Wedinton Batista (República Dominicana)  - Los niños buenos esperan

Guillermo Velásquez Forero (Colombia) – Los  pájaros celebran la Navidad

Guillermo Ríos Bonilla (Colombia) – Un  día de diciembre

Daniel Reyes Iglesias (Cuba) – Sin  título


CONVOCATORIA EXPRÉS 2:

BASES:

Cualquier persona puede participar (independientemente de su nacionalidad).

Para esta segunda convocatoria exprés, el tema es "terror" en su diversos matices. Puede ser un microrrelato, un microcuento o una minificción.

La extensión máxima para un microrrelato o minificción es de 200 palabras y para un microcuento de hasta 600 palabras  (solo se acepta un texto por participante)

El formato de la carta debe ser Arial 12, espacio 1.5 en archivo Word.

Los trabajos deberán ser enviados a la dirección de correo electrónico: revistamicroliteratura@gmail.com (en el asunto poner “CONVOCATORIA EXPRÉS- TERROR” y en el cuerpo del mensaje escribir nombre y apellido, país)

Se seleccionarán los mejores textos, teniendo como criterio aquellos que destaquen por el manejo técnico, el buen lenguaje y la capacidad creativa.

La convocatoria vence el lunes 11 de noviembre.


SELECCIONADOS CONVOCATORIA 2:

Nerley María Díaz Solera (Colombia) – Terrores nocturnos

Brenda Vega Ángeles (Perú) – Potajes exquisitos

Diego Martínez Jurado (Guatemala) - Perimortem

Yesid Espinosa Zapata (Colombia) – Maternidad

Luis Yupán Luna (Perú) – Devorador de Mineros

Linder Smit Silva Quispe (Perú) – La maldición de las gemelas

Iraldo Ramírez (Cuba) – La luz

Carlos Enrique Saldívar (Perú) – El último acto de la bruja

 Jeison Leandro Bolaños (Colombia) – El remordimiento

Juan Martínez Reyes (Perú) – Beso de buenas noches

Carmen Elisa Benavides M. (Colombia)- El juego

Clarisa Sumilinda Escalante Chávez (Perú) – El encuentro

Yanzey Morales Marín (México) – Como velo

Marino Agudelo Hoyos (Colombia) - Dana

Posdata: En el transcurso de los días se irán publicando los textos.

BASES:

Cualquier persona puede participar (independientemente de su nacionalidad).

Para esta primera convocatoria exprés, los textos son de temática libre. Puede ser un microrrelato, un microcuento o una minificción.

La extensión máxima para un microrrelato o minificción es de 200 palabras y para un microcuento de hasta 600 palabras  (solo se acepta un texto por participante)

El formato de la carta debe ser Arial 12, espacio 1.5 en archivo Word.

Los trabajos deberán ser enviados a la dirección de correo electrónico: revistamicroliteratura@gmail.com (en el asunto poner “CONVOCATORIA EXPRÉS” y en el cuerpo del mensaje escribir nombre y apellido, país)

Se seleccionarán los mejores textos, teniendo como criterio aquellos que destaquen por el manejo técnico, el buen lenguaje y la capacidad creativa.

La convocatoria vence el sábado 12 de octubre.

SELECCIONADOS

María Cristina Guerrero (Argentina) – A mate cocido

Perséfone Reyes (México) – La última llamada

Diego Martínez Jurado (Guatemala) – Ecuánime

Leonardo Daniel Montufar Ayala (México) – Deprese

Enrique R. Soriano Valencia (México) – Piedras

Stefany Herra Chaves (Costa Rica) – Familia

Carlos Enrique Saldívar (Perú) – Ten tus regalos

Juan Martínez Reyes (Perú) – Ritos para la lluvia

Posdata: En el transcurso de la semana se irán publicando los textos seleccionados.

 


miércoles, 2 de octubre de 2024

MINIFICCIONES

En este apartado agrupamos las diferentes especies que cuentan una historia mínima: microcuentos, microrrelatos y minificciones.

El primer microrrelato que compartimos es "Ecuánime". Se trata de una historia que dimensiona la moral del hombre en situaciones límites, aunque el texto no da indicios de los motivos de su crimen. El remordimiento acuchilla al personaje, le impide vivir en armonía con su propia conciencia. Así, para culminar con la tortura y el peso de su conciencia decide acabar con su existencia, dejando expreso los motivos de su suicidio en una breve carta.

ECUÁNIME

«Los criminales siempre me han parecido criaturas despreciables, inhumanas, en especial los asesinos. Son seres repugnantes que no merecen vivir y deben ser aniquilados», escribió en la última línea de su carta de suicidio.

Diego Martínez Jurado (Guatemala)

En el microrrelato “Deprese” asistimos a una historia sobre un naufragio, cuyo personaje busca sobrevivir en medio del mar. En esa lucha por sobrevivir acaba con su familia. Finalmente, el acecho de los tiburones, la soledad y la falta de alimento lo llevan a perder la cordura. En ese contexto, la aparición de una gaviota es su única esperanza de encontrar tierra y salvarse, aunque probablemente solo se trate de un delirio.

DEPRESE

Evocado en una pequeña barca estoy, en medio del fatídico mar, con la única esperanza que me queda: una gaviota salvadora. Parece que la aventura está pronta a su final; tal vez ya era hora. El camino fue extremadamente largo, pero igualmente se sintió como un breve respiro. Pasé noches enteras pensando que moriría aquí, pero hubo mañanas gloriosas en las que me levantaba queriendo enfrentar a puñetazos al tiburón que nadaba bajo mi balsa. Ahora, esa gaviota me salvará; aunque llegué a amar esta balsa, siento sus cadenas. Está más sola. Cuando comencé, venía conmigo toda mi familia; quizás se molestaron porque los lancé por la borda, pero no importa. Solo seguiré a la gaviota hasta la tierra... ¿por qué cae al mar? Oh, miren, otra gaviota más en mi balsa, y ya comenzó a volar; seguro esta me salvará.

Leonardo Daniel Montufar Ayala (México)

La concisión, el manejo del lenguaje y el trabajo técnico son los ingredientes básicos para un buen microrrelato, como en caso de “Ten tus regalos”. Esta historia trata sobre la llegada de Papa Noel con el obsequio esperado por el niño. El deseo del protagonista se cumple, pero la petición es oscura y terrorífica, pues sus regalos son las cabezas de sus padres y hermanos. Y el relato cierra con la satisfacción del niño, quien está feliz porque su deseo ha sido consumado.

TEN TUS REGALOS

 Cuando desperté, Papa Noel todavía estaba allí, parado junto a mi cama. Me entregó cuatro cajas con lazo, miré lo que se hallaba dentro, estaban las cabezas decapitadas de mis padres y mis hermanos. El ser regordete me dijo, con una sonrisa en su macabra faz, que mi deseo estaba cumplido, y se esfumó por la ventana. Yo, sorprendido, solo atiné a saltar de alegría.

Carlos Enrique Saldívar (Perú)

En el microrrelato “A mate cocido” encontramos una historia vinculada con una problemática social arraigada en Latinoamérica, la pobreza y la desnutrición. Es un texto que explora la condición humana desde la mirada de una madre, que anhela ver nuevamente a su hijo, quien está internado en el hospital por un cuadro de anemia. Sin duda, un microrrelato que golpea las fibras del corazón.

A MATE COCIDO

La veo pasear su delgada figura alrededor de la plaza. Siempre está mirando hacia el hospital. A veces la acompañan cuatro chicos tan flacos como ella.

Hoy me senté a su lado. Una mata de cabellos rojos enmarca su rostro sin sonrisa. Sus ojos parecen extraviarse en las flores de lapacho caídas en el piso.

Sin mirarme saca de su bolsa una mamadera de plástico teñida de verde y me pregunta:

─ ¿Usted sabe cómo se sacan las manchas de mate cocido?  ─ Le contesto que sí.

Vuelve a guardar la mamadera. Cuenta que tiene a su hijo de tres años internado hace varios meses. Cruza las manos sobre la falda y continúa.

─Porque estaba muy flaco, todos nosotros somos flacos.

Porque tiene la panza hinchada, a todos se nos hincha la panza a veces.

Porque es bajito para su edad. Nosotros no somos muy altos que digamos.

Porque estaba anémico. ¡Y capaz que todos en la familia somos anémicos!

Y que tiene carita de mono. ¿No se habrán visto ellos?

Dicen que no lo alimenté y que me van a denunciar. ¿Qué creen que con lo que gana el Juan en la recolección de limones alcanza para los siete que somos?

Me dicen que ya debería estar hablando bien y caminando. Si todos los míos han lerdiao.

Me quieren explicar qué es el marasmo. Yo sólo quiero que me devuelvan al Marito.

                                                                       Gitana

 María Cristina Guerrero (Argentina)

El escenario en el que nos sitúa el microrrelato “Familia” es desconcertante y misterioso. Es un texto que posee un giro sorpresivo, pues el protagonista llega a casa y es testigo de una masacre. Pero al concluir la lectura se revela que el asesino es el mismo protagonista, quien al parecer sufre de esquizofrenia.

FAMILIA

La casa mostraba un caos absoluto, los objetos tirados y los muebles manchados de sangre me alertaron de la desgracia que estaba por presenciar. Entré a los aposentos y vi el cuerpo de mis padres y en la esquina de la cocina, en plena agonía, yacía mi hermanita con los ojos abiertos. Corrí de inmediato buscando un rastro del asesino, pero antes recordé que debía enterrar el arma.

Stefany Herra Chaves (Costa Rica)

En el microrrelato “Piedras” asistimos a una profunda reflexión de un objeto común, la piedra, que ha permitido el desarrollo del hombre y ha propiciado cambios en el transcurso de la existencia. Estas transformaciones no sólo le competen al ser humano, sino también al planeta que habitamos. Así, el autor nos plantea como la piedra ha ido adquiriendo protagonismo en los diversos periodos o estadios de nuestro mundo.

 

Piedras

«Y el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra»; entonces, la sucia mano me dejó caer.

Al ser humano no le somos indiferentes. Somos todo para ellos, aunque ni siquiera lo saben. Servimos de divertimento por los saltos antes de hundirnos en un lago o rompemos cristales de los odiosos.

Las piedras no medimos el tiempo, mas este se incrusta en nosotras para dejarnos como testigos. Nos quisieran parlantes para describir el golpe a Goliat, cómo nos apilamos en Guiza, Teotihuacan y Cuzco o por la muerte de un trilobite en nuestro regazo.

A los anteriores amos de la Tierra, quienes desaparecieron por nuestra causa, les éramos indiferente. Fuimos lanzadas sobre los hermanos de los nuevos dueños, rodeadas de brea ardiente. También nos han tallado para representar sus creencias, nos llaman Zeus o Jesús. Pigmalión, nos amó tanto que rogó a sus dioses transmutarnos.

La humanidad se aprovecha de nuestra textura y color para contrastar el cuello de la mujer para hacerlo apetecible.

Somos divertimento, arte, armas y silentes testigos. ¿No sería justo que nos trataran con mayor respeto? No, no son capaces. Sería imposible que nos hicieran un monumento… porque ya somos todos los monumentos.

 Enrique R. Soriano Valencia (México)

El microcuento “La última llamada” trabaja la condición humana, desde la mirada de la soledad o vacío existencial. Esa oquedad que emerge desde la sombras y que atormenta a la protagonista. Esta busca de alguna manera llenar el vacío existencial que padece, pero al no poder hacerlo termina acabando con su vida. Un texto que nos lleva a preguntarnos si el hombre puede vivir solo o necesita coexistir en sociedad.

LA ÚLTIMA LLAMADA

En un pequeño apartamento, la luz del atardecer se filtraba a través de las cortinas grises, creando sombras alargadas que se arrastraban por las paredes. Clara se sentó en el sofá, mirando su reflejo en la pantalla del televisor apagado. La vida fuera de esas cuatro paredes parecía un eco distante, un murmullo que nunca alcanzaba su corazón.

La soledad la había abrazado como una manta pesada, sofocante. No había mensajes en su teléfono, ni visitas inesperadas. Solo el sonido del reloj que marcaba el paso del tiempo, cada tic un recordatorio de lo que había perdido: amigos, sueños, incluso la alegría.

Una tarde, mientras el cielo se oscurecía, decidió hacer algo que había postergado: una llamada. Buscó en su lista de contactos hasta encontrar el nombre de su hermano. Su pulso se aceleró, pero el deseo de conexión la impulsó a marcar.

El tono de la llamada resonó en su mente, cada segundo se sintió como una eternidad. Finalmente, escuchó su voz, entrecortada, al otro lado de la línea. Pero, en lugar de la calidez que anhelaba, se encontró con la frialdad de una conversación superficial, un ritual que se había convertido en un deber.

—¿Cómo estás? —preguntó él.

—Bien —respondió Clara, pero las palabras sonaron vacías, como ecos en una cueva.

Hablaban de cosas triviales, de la vida que continuaba ajena a su sufrimiento. A medida que la conversación avanzaba, el aire se volvía más pesado, y Clara sintió que se hundía en un abismo. La risa de su hermano le parecía un eco lejano, algo que había olvidado cómo se sentía.

De repente, él dijo algo que la hirió profundamente: —¿Recuerdas cuando éramos niños y hacíamos planes? Nunca los cumplimos.

Esas palabras la golpearon con la fuerza de un huracán. En un instante, la distancia que había crecido entre ellos se hizo palpable. Una soledad insoportable se instaló en su pecho.

—¿Por qué no me visitas? —preguntó Clara, su voz temblando.

—Estoy ocupado, Clara. La vida no se detiene —contestó, con un tono que destilaba desdén.

Con esas palabras, se cortó la comunicación. El silencio la envolvió, un vacío helado que le robó el aliento. Se quedó mirando el teléfono, la pantalla oscura reflejando su rostro, un rostro que ya no reconocía.

En la penumbra de su habitación, la desesperación se convirtió en un grito mudo. No había más fuerzas para luchar, para seguir buscando una luz en la oscuridad. Cerró los ojos y, por un momento, todo se detuvo.

Sin más esperanzas, tomó una decisión que se sentía inevitable. Se sentó en el borde de la cama, la angustia apretando su pecho. En el silencio de la noche, el mundo fuera seguía girando, pero en su interior todo había terminado.

Mientras la luna brillaba a través de la ventana, Clara se despidió de la vida, de las promesas vacías y los ecos lejanos. La última llamada que había hecho se convirtió en un eco solitario en su mente, un susurro de lo que pudo ser. Y con un suspiro, se dejó caer en la oscuridad, el peso del silencio envolviéndola como un manto eterno.

Persefone Reyes (México)

El lenguaje y el tratamiento técnico es importante en la escritura y lo es más en los microrrelatos, como se constata en “Ritos para la lluvia”. Se trata de una historia que se vincula con las supersticiones, la cual puede tener consecuencias trágicas. De esta forma, persiste la creencia de las personas que una manera de incentivar la lluvia es provocando fuego en la tierra, sin embargo, esto termina desatando más desastres y pérdidas humanas.

RITOS PARA LA LLUVIA

Mientras la tarde agoniza en el horizonte. El grito de un hombre desgarra el silencio en el campo. Nuevamente el incendio ha devorado las chacras y se ha llevado a otra víctima (probablemente de otro sacrificio). Nadie sabe cómo se provocó el fuego, pero los pobladores dicen que muy pronto lloverá.

Juan Martínez Reyes (Perú) 

Hay textos que nos dejan con un sabor a nostalgia, el microcuento “El encuentro” es uno de ellos. La autora, a través de un lenguaje poético nos va narrando el retorno de un amor en pareja. La protagonista aguarda con ansias volver a ver a su amado, luego de una larga espera el encuentro se consuma. El ser amado regresa un momento, solamente para hacerle saber que la espera en la otra vida. Así, esta historia nos sorprende con la aparición de un espectro, culminando así con un final sorpresivo y contundente.

EL  ENCUENTRO

El silencio escondía un secreto, mientras el sol agonizaba en la tarde. Tus recuerdos llegaban a mi mente y en el silencio imploraba tu regreso. Todas las tardes recordaba los momentos que vivimos. Extrañaba tus abrazos, tus besos y los poemas que me escribías. La última vez que nos vimos fue aquella noche que te fuiste prometiéndome volver. Desde aquella vez, todo cambió en mi vida, no volví a ser la misma. Frente al mar observaba la caída del sol. Logré entender qué es lo que pasaba. Me sentía triste, porque no podía ayudarte. Debías resolver ese problema solo. Quizá por eso desapareciste alejándote de mí en silencio. Dejándome sólo tus recuerdos que acuchillaban mi mente cada vez que el sol agonizaba en la tarde. Tu imagen aparecía en las olas del mar, llamándome, pidiéndome ayuda.

Una tarde cuando el sol se ocultaba como de costumbre, te vi frente al mar. Corrí con todas mis fuerzas para abrazarte, pero te sentí algo frío. Mi corazón lloraba a mares. Te miré y te dije: “Sabía que vendrías a verme en algún momento. Te he extrañado mucho”. “Regresé para verte. No te voy a dejar sola. Eres como una luz que ilumina mi camino. Te amo y siempre te amaré, me dijo”. “¿Qué fue lo que te sucedió? ¿Por qué te fuiste?, le pregunté”. Por un momento pensé que me respondería, pero ya no estaba ahí. Se había desvanecido. Entonces entendí que había aparecido para despedirse. Sentí que al final nos íbamos a unir como el sol y la luna, la noche y las estrellas, el silencio y el secreto. La penumbra iba muriendo lentamente con la llegada del alba y yo estaré lista para el próximo y definitivo encuentro.

Clarisa Sumilinda Escalante Chávez (Perú)

En el microcuento “Devorador de mineros”, nos encontramos frente a una historia de raigambre andina, pues uno de los personajes principales es el muki, el duende de las minas. Este ser se le aparece a uno de los mineros, primero en el socavón y, luego lo persigue en los sueños, hasta que finalmente acaba con él. Y después, continúa buscando nuevas víctimas, porque aún tiene sed de sangre. Sin duda, una historia terrorífica que nos hace estremecer.

DEVORADOR DE MINEROS

El muki quiere sangre de una nueva víctima. Cuando los mineros estaban trabajando, apareció frente a uno de ellos el muki. El muki era de tamaño de 90 centímetros, su cuerpo brillaba como el oro también su lampa y su carretilla. Su mano derecha estaba manchada de sangre.

El trabajador que vio al muki, no podía descansar tranquilo. Lo soñaba cada noche. En su sueño, el muki le pedía frutas y un vino. Al siguiente día, el trabajador se fue a la mina con la mente llena de miedo. Entró a trabajar y cuando estaba con la carretilla lo vio y este ser lo saludó con la mano llena de sangre. El trabajador grito: ¡Ahí está el muki!

Los demás que estaban a su lado le dijeron, ahí no hay nadie y se rieron de su compañero. Aún con miedo salió a almorzar al comedor. Después de una hora entró de nuevo a trabajar. Y le tocaba lampear y el muki otra vez se presentó  al minero. Él ya no quiso trabajar y les dijo a sus compañeros que se iba. Cuando estaba saliendo le cayó una roca en la cabeza y el minero quedó ensangrentado y el cráneo partido. Sus compañeros de trabajo corrieron a mover la piedra y cuando lograron moverla, el minero ya no tenía nada de sangre, porque el muki se la bebió.

Al día siguiente, dos mineros comenzaron a soñar con el muki. Ellos al principio no le dieron importancia, porque pensaron que era un simple sueño. El muki dejó de presentarse en sus sueños, sólo dejaba huellas de oro en los socavones de la mina para que lo sigan. Los dos mineros les contaron a sus compañeros su experiencia. Un día cuando estaban afuera, los cincos mineros vieron una luz amarilla en la boca de la mina. Ellos sintieron curiosidad por ver lo que era. Se fueron a observar y vieron que era el muki llevando una bolsa de coca y una cajetilla de cigarro. Ellos se quedaron asustados y el muki volteó a verlos. Los mineros asustados salieron corriendo y se tropezaron. Los cinco mineros se fueron rodando hacia el abismo.

Luis Yupán Luna (Perú)

En “Potajes exquisitos”, se despliega el manejo de la técnica del dato escondido. Recurso que emplea bien la autora para dar un giro sorpresivo en el microcuento. Se trata de una historia que nos va llevando hacia una serie de matanzas, que parecía ser de un animal de carne muy fina y exquisita, sin embargo, al final descubrimos que asesinaban a indefensos perritos que eran albergados en una perrera. Una historia que nos hace reflexionar sobre el consumo de ciertas carnes en algunas latitudes del mundo, que sería un acto de crueldad en nuestro contexto.

POTAJES EXQUISITOS

El sol agonizaba en la tarde y el silencio escondía un secreto. La chica que cuidaba de ellos estaba atemorizada.

En un momento pensó qué sería de esas criaturas cuando se lo llevasen. El tiempo se desgranaba en la penumbra. Llegó la noche y se escucharon los gritos de desesperación y de tristeza. Los hombres llegaron y los subieron a un camión. Pasaron por extraños lugares y se detuvieron en una zona desolada. El lugar era escalofriante pues había muchos objetos como cuchillos y machetes. Ellos estaban atemorizados y gritaban desesperados pidiendo ayuda.

Cogieron al más gordo y le cortaron la cabeza de un tajo. Todos los días mataban a tres para venderlos en los restaurantes y en las carnicerías. Las personas comían esa carne, pues era deliciosa.

Nadie sabía que esos decapitadores asesinaban diariamente. Pasaron los días cuando se terminó la carne y otra vez fueron donde la chica a comprar más, pero ella se negó porque supo lo que hacían con ellos. Aun así, a la fuerza se llevaron más. Otra vez hicieron lo mismo con ellos. Todos pensaban que era carne de res, por eso todos los días iban a comprar. Aquellos hombres habían ganado mucho dinero. Pero no se conformaban con lo que obtuvieron y deseaban más.

Pronto ya no hubo más carne y ellos estaban frustrados, ya que no podían generar más dinero. Pasaron varios días y un niño encontró varias cabezas detrás de la casa de aquellos hombres. Se sorprendió y prefirió irse de aquel lugar. Pronto pasaron otras personas por esa casa y también vieron esas extrañas cabezas y no lo podían creer. Sin pensarlo dos veces, fueron a denunciar a los hombres. En poco tiempo todas las personas se enteraron de lo que vendían ellos. Fueron llevados a la cárcel porque lo que hacían era un delito muy grave. Lo que vendían en las carnicerías y preparaban en los restaurantes no era carne de res, sino carne del mejor amigo del hombre.    

Brenda Vega Ángeles (Perú)

Llevando el microrrelato a su máxima expresión se ubica “El juego”. Se trata de un texto de apenas veintiún palabras, cuyo tema central es la caza de humanos como una forma de divertimento. Es un interesante texto donde la autora maneja la economía del lenguaje y el final sorpresivo de forma adecuada.

EL JUEGO

—Deseo la presa ideal para cazar. Debe tener coraje, delicadeza y raciocinio.

—Mi general, ningún animal razona. 

—Hay uno que sí.   

Carmen Elisa Benavides M. (Colombia)

Con un buen manejo del lenguaje, utilizando las palabras precisas y a través de un narrador personaje, el autor del microrrelato “El remordimiento”, nos hace sentir el miedo y la angustia que vive el protagonista. Este quien nos cuenta su propia historia, nos revela al final que la mujer quien lo persigue incansablemente es un espíritu, pero ella no tiene conciencia de ello.

 EL REMORDIMIENTO

Ha muerto, lo sé. Casi que ni hacía falta verle la cara a Adela el día que vino con la notica, sin saber dónde poner los ojos asediados por el intenso magenta del llanto y la oscura novedad llenándole la boca. Me sentí triste también. Ella estaba en la casa del cerro. Las noticias por estos páramos a veces corren alocadas como bestia espantada, otras van dando tropezones o se atascan en el fango vanamente. Yo me meto en la cama y Adela viene después y empieza a conversar. Sus ojos brillan aún asediados por el magenta. No falta a mi cuarto cada noche, aunque antes de acostarme siempre confirmo que la puerta ha quedado bien asegurada, porque más que la tristeza, siento miedo, desde que me ha dicho que está muerta.

Jeison Leandro Bolaños (Colombia)

A través de un lenguaje poético, el autor dimensiona una historia de corte social. Así en el microrrelato “Beso de buenas noches”, narrada en segunda persona (tú), se presenta el relato de una familia, cuya ausencia paterna es sentida por la esposa, quien solloza en silencio. La atmósfera mustia de esta historia nos revela finalmente el porqué del abandono del padre. Sin duda, una historia que nos llenará de dolor y ternura.

BESO DE BUENAS NOCHES

La noche se desgarra frágilmente como una tela desvencijada por el aullar de los perros. Ahí estás deshojando tu dolor sobre la almohada, porque la congoja ha desbordado tu pecho hasta que el sueño finalmente te vence. Entre sueños, lo has visto asomarse a medianoche entre los eucaliptos mustios. Has creído verlo ingresar a tu habitación como todas las noches, para besar la frente de tu hija con dulzura. Al nacer el alba, tu pequeña te ha dicho con sus ojos henchidos de alegría: “He sentido que papá venía y me besaba la frente”. Un ligero estremecimiento recorre tu cuerpo y algo te aprieta el corazón. No fue un sueño, piensas. Rebuscas en tu mente la palabra exacta, después de un breve silencio, al fin le respondes con voz quebrada: “Tu padre ahora está con Dios, hijita. Un día estaremos juntos los tres”. Y tu pequeña sonríe inocentemente, sin saber que jamás volverá a ver a su padre.

Juan Martínez Reyes (Perú)

La concisión y la pericia del manejo técnico se hacen patentes en el microrrelato “El último acto de la bruja”. Se trata de un texto con el personaje clásico de la bruja que es ajusticia por el pueblo, pero cuyo final sorpresivo cierra de forma certera la historia. En vez de utilizar su magia para salvarse, la bruja decide acabar con todo el pueblo, consumando así su dulce venganza.

el último acto de la bruja

Solo tenía poder suficiente para un truco más de magia. En lugar de librarse de las amarras, hizo que los que la habían ajusticiado, los que la veían arder, el pueblo entero, se unieran a ella en la dolorosa hoguera. Llevarse a todos consigo al infierno agradaría mucho a su amo.

Carlos Enrique Saldívar (Perú)

A través de un lenguaje sencillo y narrado en tercera persona, la autora nos va narrando un suceso común en la vida cotidiana de una familia, el miedo de los niños cuando sufren de pesadillas. Así en el microrrelato “Terrores nocturnos”, asistimos a una historia que nos hace sucumbir al terror de forma imprevista, pues el final sorpresivo que maneja la autora nos deja en vilo. Una excelente historia que los hará estremecer de miedo.

TERRORES NOCTURNOS

La niña se acercó a la cama, mami tuve una pesadilla, puedo dormir con ustedes, dijo con mirada dulce abrazando a su perro de peluche.

Su madre en la penumbra acostada en la cama, duditativa buscó a tientas aprobación en su esposo, este de espaldas a ella negó con la cabeza. Ya eres suficientemente mayor para dormir en tu cama, además tienes a coco, dijo tomando el peluche.

La mujer tomó a su niña y caminó soñolienta directamente a la habitación de la pequeña. Ahora es hora de dormir, dijo abriendo y señalando la puerta; sin embargo, cuando miró dentro, su hija dormía en su cama.

Nerley María Díaz Solera (Colombia)

Narrado en primera persona como una forma de hacer más verosímil la historia, la autora nos conduce a sumergirnos en los sucesos insospechados. “Como velo” es un microrrelato que aborda un crimen sin resolver, cuyo protagonista rata desesperadamente de indicarle a su madre quien es el asesino. A pesar de sus esfuerzos no puede lograr su cometido, pues ya es un ser del otro mundo. De esta manera, la historia culmina con un desenlace sorpresivo y contundente.

 Como velo

Sacudo mi cuerpo, los sobrantes se desprenden, me incorporo y corro lo más rápido que puedo. Llegué y rodeé la casa, recordé que mamá escondía siempre una llave bajo una maceta. Cuando me acerqué al cerrojo, mi mano atravesó la puerta. Anduve con angustia por las habitaciones de la casa. Cuando la encontré quise advertirle; no pude pronunciar palabras, en mis balbuceos arrojé gusanos por la boca y la nariz, olvidé que había dejado de ser visible, solo atino a tirar algunas fotos del buró. El espejo me refleja como una luz blanca que poco a poco se esparce. Él la abraza fingiendo protegerla. ¿Cómo le digo que el hombre con quien se casó es mi asesino? 

 Yanzey Morales Marín (México)

Con un lenguaje poético el autor nos envuelve con su historia. En el microrrelato “Dana” asistimos a un texto que aborda una temática ligada a los fenómenos naturales y que trae consigo un desenlace aciago. Los personajes son asediados por una fuerte lluvia que se convierte en una inundación y destruye la ciudad. Sin duda, un texto que nos hace cavilar sobre las consecuencias del cambio climático en el mundo.

 

Dana

Diluviaba, pero fueron por la torta y el helado para la fiesta. Riendo, bajaron al parqueadero y entraron al coche. Muchos otros esperaban con las luces ya encendidas, cerrados los vidrios y la reversa lista. Todos vieron entrar el río por la amplia puerta del sótano: Violento, amarillo y denso. El niño, que cumplía diez añitos, se atenazó al abuelo y cerró los ojos. El viejo lo abrazó, mientras veía al monstruo estrellarse contra las paredes del frente y virar hacia ellos, transformado en ola que estalló en su cara. Sepultado unos segundos, el coche aplastado emergió y se unió a los demás que giraban en el interminable remolino fúnebre.

 Marino Agudelo Hoyos (Colombia)

 Lo oscuro y misterioso se hace patente en “La luz”. Es un microcuento que a través del manejo psicológico, el protagonista va siendo conducido por una voz. Camina por las calles hasta consumar el encuentro con esa misteriosa voz, cuyo rostro se revela al final. Un excelente texto que nos hace reflexionar sobre lo sobrenatural y destino final del ser humano, la muerte.

 

La luz

La luz tomando forma de candil lo iluminaba mientras caminaba con parsimonia por una ciudad moderna con edificaciones cubiertas de una espesa vegetación Una ciudad sin habitantes. Con el corazón arrebolado, se regocijaba el anciano de su suerte. Entre cientos de candidatos fue el elegido. Mientras avanzaba, sus huesos recibían una molesta brisa que lograba que todo su cuerpo temblara, pero sin importarle que encontraría al final de su recorrido seguía la guía de la luz, en una oscura y tenebrosa noche. Un grito en forma de lamento lo detuvo. Su cuerpo le respondió con unos esténtores. Luego, pasado un tiempo, emprendió de nuevo la marcha. Gozaría de una felicidad pronosticada para quienes como él podría llegar al sagrado lugar del supremo conocimiento.

Sin embargo, no imaginaba que desde las profundidades de la ciudad unos ojos lo observaban con curiosidad.

- ¡Avanza que estás a punto de lograrlo! Escucho hablar una voz de gruñido metal.

- ¡Aleluya! , gritó el hombre.

La voz volvió a hablarle, ahora con palabras dulces, intentando manipular su mente para que continuara con entusiasmo su recorrido guiado de muy cerca por la luz, y de esta forma no decidiera en el último minuto regresar.

- ¿A qué lugar me conducen?, preguntó.

- Uno que no los has visitado ni en tus sueños, dijo la voz.

Cuando había avanzado lo suficiente una fuerza invisible lo detuvo. Él, levantó la mirada y se encontró con un ser cubierto por una túnica negra. Fue cuando, logró ver debajo de la capucha sus ojos que emitían un rojo destellos que helaban su sangre.

El anciano lo escuchó hablar del infierno. El infierno, que muchas veces se viste de tules y perfuma su horror, es la ley antigua de la condenación. Ahora, le suplicaba con un tono casi lastimoso que continuara caminando, pero el viejo estaba paralizado como una estatua de sal, sin saber qué hacer.

Luego aquella criatura le dijo:

- ¡Abandona la luz!

Ante semejante petición, reaccionó y emprendió el regreso, pero cuando estaba a punto de alcanzar el edificio más alto de la cuidad,  lo esperaba el encapuchado de negro.

- ¿Quién eres?, le preguntó con la respiración entrecortada.

El anciano logro ver el rostro del hombre de negro.

-¡Noooooo!

Un grito de horror que  se escuchó en forma de eco en la ciudad moderna y sin habitantes. Luego con un chasquido casi imperceptible, desapareció la luz, dejando el anciano solo, infinitamente solo y abandonado, mientras era tragado por la boca de la muerte.

Iraldo Ramírez (Cuba)

En el microcuento “Perimortem” nos encontramos con una historia sobre un aventurero de los sucesos terroríficos. Así, el protagonista sin importarle los antecedentes del lugar que irá a visitar decide ir a conocerlo. Tarde se da cuenta de su error, pero ya no puede hacer nada para escapar de su destino. Un buen texto que a través de un lenguaje sencillo, el autor nos va conduciendo hacia lo inesperado e inverosímil.

Perimortem

Nadie se atrevía a adentrarse en aquella casa, quizá por las múltiples desapariciones que en ella se han suscitado, la mayoría de grupos que se aventuraban con el propósito de grabar algún documental intentando resolver aquel misterioso asesinato de hace cinco años, mientras otros únicamente ingresaban por curiosidad, por el morbo de estar en un lugar con fama de maldito y en el que se había producido un crimen atroz, el sitio de un homicidio, un lugar invadido por fantasmas u otro tipo de entes paranormales. Quizá yo pertenezca a uno de estos grupos, o sea solo un tipo sin oficio.

La mujer apareció degollada en las escaleras, colocada en una posición antinatural que los forenses no supieron explicar, era como si hubiese intentado dar un salto mortal hacia atrás con la garganta cortada y cayera doblándose la columna vertebral de tal modo que el cuerpo no parecía seguir ni las leyes de gravedad ni las de la anatomía humana, pues las vértebras se habían arqueado sin romperse de una manera antinatural, se encontraba con la cabeza en un escalón, viendo hacia abajo, las manos hacia al frente intentando usarlas para caminar, la espalda arqueada al máximo inimaginable y los pies sobre otro escalón, apoyándolos como si intentara caminar en esa misma posición extraña. Como en una posición de yoga, como si hubiese estado caminando de esa manera peculiar, bajando las escaleras para ser precisos, pero las salpicaduras de sangre en todas las paredes descartaron esta posibilidad, ante los expertos era más aceptable pensar en que el asesino la arrojó de las escaleras de una manera violenta y que ella, retorciéndose del dolor, tomó la posición corporal anormal, desafiante a los científicos mismos. El mayor reto es que la víctima vivía sola y la policía no encontró ningún pariente ni conocido que respondiera por ella, básicamente fue el asesinato de un fantasma, sumado a la escasa o nula evidencia y la ausencia de testigos de cualquier tipo.

Todos los periódicos de la zona e incluso unos de talla nacional cubrieron la noticia que dejó perplejo a más de una persona, la casa se volvió concurrida: reportajes, documentales, investigaciones policiacas, grupos de jóvenes que querían visitar la escena de un crimen, sectas, entre otros. Hasta que los visitantes comenzaron a desaparecer, entraban, mas no salían y las visitas se dejaron de producir de golpe, como el verano detiene las lluvias. Las leyendas urbanas no se hicieron esperar, surgieron centenares de ellas, algunas más creativas que otras lo cual alejó en mayor proporción a las personas. La que más se difundió decía que el teléfono de la casa comenzaba a sonar con intensidad y repetición al sentir la presencia de personas en ella y que después de eso comenzaban a escucharse gritos de desesperación seguidos de golpeteos extraños, aruños, alaridos y demás sonidos asociados a los asesinatos realizados por espíritus malignos.

Claramente no me dejé llevar por lo que la gente decía, nadie se atreve a entrar a la casa por miedo, pero no me asusta, para mí representa una aventura, no siento miedo por ese estilo de cosas absurdas, o eso pensaba hasta que el teléfono comenzó a sonar sin sosiego y mi cuerpo fue lanzado de manera antinatural por las escaleras. Ahora solo escucho el ring, ring, ring… mientras la pared gotea de color rojo al estilo del arte vanguardista.

Autor: Diego Martínez Jurado (Guatemala)

La rivalidad y el deseo de ser superior a los demás se aborda en “La maldición de las gemelas”. Se trata de un microcuento donde dos hermanas gemelas sienten el deseo de competir entre sí para saber quién es la mejor. De esta manera, a través de un concurso de Halloween deciden mostrar lo mejor de sus habilidades para causar terror. Finalmente, Valeria, una de las gemelas, es quien termina siendo la ganadora, a costa de su propia vida. Así culmina el texto con un final irónico y sangriento por la forma de los acontecimientos.

 

LA MALDICIÓN DE LAS GEMELAS

Fátima y Valeria siempre vivieron bajo la sombra de la competencia. Desde muy niñas, se notaba la rivalidad que se tenían las dos, tanto era la rivalidad que competían por ver quien sacaba la mejor nota, quien tenía más amigos, quien era la mejor en los deportes, etc. Ellas cursaban el 4to año de secundaria y en ese momento se peleaban por el afecto hacia un chico llamado Darién, este era un chico inofensivo que no sabía qué hacer ante las indirectas que recibía de las gemelas.

Cuando se enteraron que por el barrio donde vivían se iba a realizar un concurso de Halloween, las gemelas vieron que esta era una oportunidad para ver quién era la mejor. En esta competencia se tomaría en cuenta disfraces terroríficos y la decoración de una casa. Ambas se lanzaron con todo para superarse mutuamente.

Fátima se adelantó con su mansión adornada como un cementerio embrujado. Tenía luces parpadeantes, música, neblina, maniquíes disfrazados de ángeles caídos y demás cosas. El ambiente que se vivía en ese lugar era tenebroso, inclusive cuando de la mansión iba saliendo algunos cuervos y gatos negros al terminar el espectáculo. "Nada podrá superar esto", pensó Fátima satisfecha.

Valeria, en su casa justo enfrente, tenía otros planes. Mientras Fátima disfrutaba de los aplausos, Valeria ultimaba detalles en silencio, lejos de los ojos del público. La decoración de su casa no era tan llamativa, pero ella tenía un as bajo la manga. La entrada a su casa estaba decorada con cadenas oxidadas y algunas telarañas.

Cuando el jurado y los vecinos entraron a su domicilio, Valeria les dio la bienvenida con fuegos artificiales, luces, proyectores de imágenes terroríficas y algunos gritos, pero eso no era todo, justo después de que los proyectores terminaran su trabajo, un grupo de bailarines maquillados como zombies hicieron la coreografía de thriller Michael Jackson, la gente se quedó impresionada y comenzaron a aplaudir y a grabar todo lo que sucedía. Valeria justo en ese momento pensaba hacer su gran entrada disfrazada de bruja, pero en el momento que saltó de un árbol, una de las cuerdas que la sostenía se rompió ocasionando que sea ahocara en el momento siendo vista por todos.

Todo el público aplaudió pensando que era un espectáculo. En ese momento los jurados dieron como ganadora a Valeria y Fátima se dio cuenta de que su hermana había logrado superarla.

Sin embargo, minutos pasaban y Valeria no aparecía para reclamar su victoria. Fue entonces cuando unos niños, jugando cerca de un árbol, notaron un cuerpo colgado de una rama, balanceándose suavemente en la brisa. Vestida como la bruja que todos habían visto, colgaba inmóvil.

La sonrisa de los espectadores se borró de inmediato al darse cuenta de que no era un truco. El cuerpo que estaba colgado en esa rama era el de Valeria, ella no regresaría a reclamar su premio. Aquella noche, la rivalidad de las gemelas terminó de forma trágica y eterna.

Linder Smit Silva Quispe (Perú)

 

La aparición de monstruos u otros seres sobrenaturales en el imaginario popular sirven para las creaciones de diversas historias como “Maternidad”. A través de un buen manejo de la descripción y un lenguaje conciso nos va narrando una espeluznante historia sobre la aparición de un ser. En este microrrelato asistimos al nacimiento de un ser sobrenatural, de facciones grotescas, envuelto en un halo oscuro. Lo curioso e interesante de esta historia es que el dador de vida es un hombre.

 Maternidad

Se bajó de la mesa de cirugía de un salto. Se irguió y alcanzó una estura de setenta centímetros. Olía a amoniaco, hierro y azufre. Sus tres corazones bombearon rítmicamente el vinagre que corría por sus venas. El CO2 llenó sus pulmones; los ojos, primero los cuatro frontales y luego los dos laterales, se abrieron dejando ver los rombos amarillos de sus pupilas, su piel oleaginosa brilló como el petróleo derramado bajo la lámpara del quirófano. 

De su boca pestilente y babosa, rodeadas por tres hileras de dientes irregulares y filudos, emergieron dos lenguas bituminosas y ásperas como las de los bovinos. De su caparazón escamoso salió una cola del doble de su tamaño, segmentada y gruesa con un aguijón en la punta. Sus largos brazos terminaban en manos de ocho dedos con zarpas similares a astillas de madera.

El horror, ya mayúsculo, se hizo mayor para todos los asistentes cuando el monstruo recién parido dio un grito agudo y rasposo, mezcla de chillido y rugido, se abalanzó sobre el cuerpo exangüe de su padre, y empezó a devorarlo con avidez, sin importarle el tiempo que lo llevó en el vientre y lo difícil que le fue traerlo al mundo.

 Yesid Espinosa Zapata (Colombia) 


La Navidad en diferentes latitudes es una celebración que se realiza en familia. Una fecha de reflexión, unión y armonía. Pero también es un tiempo para adentrarnos en otros mundos, como los que aparecen en la Revista Microliteratura. En este conjunto de microrrelatos y microcuentos se conjugan diversos temas, desde el plano social, irónico y terrorífico. Estas voces, en apariencia disímiles, apuntan a un sólo tópico, abordar la Navidad desde diversas perspectivas. En esta breve, pero muy valiosa compilación de historias navideñas asistimos a un mundo de posibilidades, donde la pluma breve de estos autores nos deleitará con sus elaborados trabajos literarios.

¡Lean, disfruten y compartan!

MI ÁRBOL Y YO

Dos recuerdos me atan al árbol de navidad. Cerca de mi casa paterna no crecen pinos ni se podían comprar en el mercado. Mi padre trajo un júcaro que asentó dentro de una base. Las bombillas y otros adornos fueron regalos. Junto a mi madre, mis hermanas y yo  colgamos las bolas de colores, estrellas, bastones como los usados por los pastores, recogimos algodón silvestre, lo estiramos en hebras, lo esparcimos por todas las ramas para simular la nieve y le enredamos la guirnalda con luces. Durante el día tuvimos la sensación de que la noche se demoraba en aparecer a la espera del que sería nuestro  primer día  con electricidad. Queríamos disfrutar  la casa y el árbol iluminados.  Tan pronto oscureció encendieron las bombillas, todo estuvo clarito. Afuera la noche parecía mucho más oscura que de costumbre y dentro disfrutamos la ceremonia del encendido de nuestro primer árbol de navidad. Saltábamos alrededor hasta que nos sentamos junto a él. Por un buen rato nadie hablaba y  en el silencio yo revivía la escena de Belén que me habían enseñado en la iglesia.

Unos  años más tarde  anunciaron  que el día de navidad  sería un día normal de trabajo, no sería feriado para poder celebrar.  Fue una inquietud, una duda, una desolación que cual nube se extendió: ¿Borrar la  historia, los sentimientos inefables, la navidad?  Los rostros expresaban la  incredulidad en medio de la que vimos pasar los días, con la esperanza de que aquella decisión fuera temporal. Se silenciaron las fiestas navideñas  se esfumaron los árboles iluminados. Los hijos del vecino que cada año venían de la capital y con sus altoparlantes alegraban el batey, dejaron de venir y las estrellas no alumbraron a Belén, ni los reyes magos vinieron a Nazaret.   Pasaron tres décadas en los  que la inercia nos consumía por la pérdida de una tradición arraigada.

Llegaba el fin del siglo con sus augurios de paz y buenas nuevas cuando el Papa de la capa verde  llegó a mi país. Con su persuasión limó  asperezas al lograr que se aceptara su propuesta de retomar  el día veinticinco como feriado. Entonces  fluyeron espontáneos los festejos y volvieron las familias a reunirse en la Nochebuena, las abuelas se destacaron con sus dulces y mi padre con su cerdo asado. Al cumplirse dos mil años del gran nacimiento, las estrellas iluminaron de nuevo nuestras noches. Volvieron  a ser tarareados los villancicos en cualquier lugar entre las personas que nunca los olvidaron y con ellos despertaron mis antiguas imágenes con las que retorné a lo vivido en la casa donde aún vive, mi pesebre.

Amalia Caridad Cordero Martínez (Cuba)

 Crónicas del encierro VI 

 —Acá le traje una chuchería —dijo Melchor, dejando en el suelo una pequeña caja que contenía una cadenita de oro —. Es unisex, porque no sabíamos si es nena o nene.

—¡Ay! ¡No se hubiera molestado! —contestó María, mientras valoraba el presente con su ojo rápido y certero; dejaba el cofre a un costado y limpiaba sus manos con alcohol en gel. Y, dirigiéndose a José y aprovechando que los reyes estaban lejos, por esa cosa del distanciamiento social, agregó en un murmullo—. Creo que, ni siquiera, se la podremos poner al niño, de chiquita que es. No parece cadenita, parece anillo.

—Espero que le guste —dijo Gaspar, poniendo, sobre un fardo de heno, una bolsita de plástico que contenía algunos yuyos.

—¡Muchas gracias! ¡Qué bonito! ¿Qué es? —preguntó María, tomándola con los dedos pulgar e índice de su mano, y mirándola con desconfianza.

—Mirra, señora —replicó Gaspar, algo ofuscado.

—¡Ah, mirra! Muy útil —y, otra vez, en voz baja, le habló a José—. Pañales, nos hacen falta. O una mantita, y nos traen esto. Debe ser para que te hagas un té, vos que tenés problemas de circulación.

—Mis más sinceras felicitaciones —dijo Baltasar, haciendo una reverencia mientras disponía, amorosamente, un paquetito de sahumerios de incienso, sobre el borde del bebedero de los animales.

—¡Peeero! ¡No se hubiera puesto en gastos! —y, en un murmullo que solo pudo escuchar su esposo—. Por lo menos, vamos a poder matar, un poco, el olor a bosta que hay acá adentro.

—Perdonen que no los hagamos pasar —dijo José—, pero ustedes saben cómo es este tema de la cuarentena. Y bueno, con el niño acá, con los animales…

—No se preocupe, don —contestó Melchor—, comprendemos la situación. Ta brava la cosa.

—Los entendemos —dijo Gaspar—. Nos pararon tres veces cuando veníamos para acá. Y nosotros sin permisos para circular. Diga que uno es rey, que si no…

—¡No! ¡Ta bien, ta bien! —dijo Baltasar—. ¡Mire si van a exponer al angelito a cualquier peste! ¡Quédese, nomás, ahí! Nosotros pasamos a saludar, pero ya nos vamos. Ta luego, que ande todo lindo, señora. Ojo con Herodes, don José.

—Buena suerte para el chico y para ustedes. Que todo sea con salú —se despidió Melchor—. Ta luego, doña; ta luego, don —mientras giraba para salir, intentó acariciar la cabeza de una oveja, pero se contuvo, dudando.

—Nosotros nos vamos —saludó Gaspar—. Cualquier cosa, nos llaman. Ta luego.

—¡Adiós! —saludó María—. ¡Buen viaje! Saben cómo volver, ¿no? La estrella de las diez, cartel azul. No la de cartel rojo, que va para Éfeso.

—¡Buen viaje, chau, chau! —dijo José.

Cuando los reyes se alejaron, María comentó:

—No son muy ricos, estos reyes.

—Por lo menos, vinieron a saludar. No como tu prima Ana.

—Ta vieja, la pobre; y con esto del aislamiento…

—Yo también estoy viejo; y, sin embargo, mirá —dijo, señalando al recién nacido—: un hijo.

—Sí —contestó María, lacónica.

—Qué pobreza —dijo Melchor, azuzando a su camello con una vara de mimbre.

—Sí —contestó Gaspar—. Ni un café, ni una copita de grapa.

—No sé para qué vinimos —terció Baltasar—. Podríamos haber mandado los regalos en un remís.

—Bueno, por lo menos vimos al niño —acotó Melchor.

—Sí, eso sí —sentenció Gaspar—. ¿No les pareció que era medio bizco?

—Naa… —contestó Baltasar—. Te pareció, nomás.

La oscuridad de la noche se llevó el resto de la conversación, y la estrella —tenue, parpadeante— les marcó el camino para que los tres se perdiesen en el tiempo y la memoria.

Daniel Frini  (Argentina)

 

  Del otro lado

De aquel lado de la carretera es Navidad. Hay sol, y todos esperan sentados a la mesa. Ríen, beben y  cuentan, lo que ha sido de sus vidas en el último año. Hablan animadamente debajo de un árbol, el árbol amerizó y sus frutos se bajaron, debajo del cielo azul, a la orilla de la paya que existe solo para ellos.

De este otro lado llueve y es cualquier día menos Navidad. El cielo recibe la transformación de las nubes blancas en grises. El teléfono suena y suena, y al viejo le importa poco que continúe sonando.  No  importa, quien llame esa mañana amarilla de lluvia definitiva. No importa, que el libro permanezca meses cerrado sobre la mesa de noche. No importa, que la familia se haya marchado a un país extranjero, con otro idioma a buscar  una mejor vida. No importa, que no pueda gritar. No recordaba cómo hacerlo. Nadie le quitará el sosiego que le causa la soledad, y la incertidumbre de pasar doce meses del año encerrado entre cuatro paredes. Vendrá un año nuevo y otra vez la fiesta de Navidad, esas festividades que tanto lo entristecen.

Sigue lloviendo.

Sigue el teléfono sonando.

Sigue sin motivaciones. 

Del otro lado de la carretera, bajo el árbol gigante,  donde siempre será Navidad, sus amigos  aguardan la esperanza, de que en cualquier momento decida cruzar.

 Iraldo Ramírez Tapanes (Cuba)


 EL BRILLO DE ESPERANZA

El papá llegó decepcionado no había sido un buen día de trabajo. La mamá triste sólo tenía poca comida para la noche. El niño al verlos con esa actitud, entendía lo que faltaba y tomó una crayola amarilla empezó a dibujar en una hoja. Llamó a sus papás y pidió ayuda para colgar la estrella dibujada en el árbol. Desde ese instante no dejó de brillar la esperanza en nochebuena en aquel hogar. 

Ricardo Álvarez Moncada (Honduras)   


HASTA MAÑANA

Luego de las 72 horas de empujones y arañazos, de insultos y quejas y de soportar olores ajenos, las lágrimas se deslizaron silenciosas al sentarse después de haber hecho la cena de Nochebuena. Y se conmovió de que todo acabara.

Ya podrá agradecer lo demás, como debería al estar rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos… o quizás mañana, estando en la soledad de su casa, cuando descanse del modo en que le plazca.

Anita Riquelme Suazo  (Chile)  

         

INFANTICIDIO

Papá Noel y sus elfos lloraban aterrorizados. Nochebuena no sería jamás igual. No había niños a quienes entregarles regalos. La despreciable guerra nuclear los desapareció.

Jhonier Agudelo Granados (Colombia)


LA ESTRELLA BERMELLÓN

En el desierto helado, la Navidad era un susurro entre los vientos. Los pocos habitantes del pueblo, agotados por las penurias del invierno, se reunían alrededor de una pequeña fogata, donde intercambiaban historias de tiempos mejores. Pero aquel año, la celebración se vio ensombrecida por rumores de una secta que predicaba el fin del mundo bajo el liderazgo del enigmático “Predicador Sin Rostro". Scarlett Wilder llegó al pueblo una noche antes de la víspera navideña, su capa carmesí ondeando como una advertencia en el viento. La llamaban "La Hechicera", y no sin razón: los murmullos decían que podía doblar la realidad con un simple gesto. Sin embargo, lo que trajo consigo no fue magia, sino un mensaje urgente: la secta planeaba invocar algo más oscuro que la noche más larga del año. Los aldeanos, temerosos pero esperanzados, la siguieron hasta el desfiladero conocido como La Garganta de las Sombras. Allí, encontraron al Predicador Sin Rostro, alzando un artefacto que emitía un brillo rojizo, el Corazón Negro. Era una estrella caída, decían que era capaz de romper las barreras entre los mundos. "En esta Navidad, traeré el verdadero milagro", prometió el Predicador con una voz que parecía surgir de todas partes y ninguna.

Scarlett sabía que su poder tenía límites, especialmente en una noche donde las emociones humanas resonaban con harta intensidad. Pero el pueblo la necesitaba. Alzó las manos y, como si tejiera la misma trama del universo, lanzó un hechizo que enfrentó a la luz bermellón con el Corazón Negro. Y con ello hizo frente al Predicador Sin Rostro, en una batalla donde se lanzaron bolas de fuego mágicas. En ese momento, la oscuridad retrocedió, y el Predicador, al invocar un hechizo más fuerte, lo terminó quemando y consumido como el papel quemado por su propia ambición. El corazón negro se extinguió, y con ella, la amenaza, sus seguidores desaparecieron. Scarlett, exhausta, apenas tuvo fuerzas para regresar al pueblo. En la plaza de Cielo Roto, los aldeanos encendieron una nueva fogata, iluminando la noche con esperanza. Scarlett, con el rostro suavizado por la victoria, se unió a ellos. Por primera vez en años, permitió que el espíritu navideño llenara su corazón herido.

Esa Navidad, el pueblo no solo celebró la salvación, sino también la unión que solo los milagros verdaderos pueden inspirar.

Francisco Araya Pizarro (Chile)


LA INOLVIDABLE NAVIDAD DE URSÚA

 

Como cada 25 de diciembre, la pólvora reventaba el cielo anunciando el día de la fundación de Ursúa ¿o la navidad?

Esa mañana, el lector de lecturas extrañas y Supervisor bancario Ulises Moya,  acomodó su bufanda, su sombrero, su abrigo, instaló el libro esotérico de Mefisto debajo del brazo derecho, con el izquierdo prendió el paraguas y salió a la lluvia.

Se detuvo frente al Hotel Úrsua para el ritual cotidiano: Recibir un café americano servido por Homero Márquez, su amigo de la infancia y dialogar de sus lecturas, antes de llegar a la oficina. terminó diciéndole:

-Querido amigo, este libro de Mefisto, me inspiró a escribir mi única composición extrema. Venga un abrazo. Ah, y otra cosa, por favor sólo por hoy lleva mi libro para todas partes y no leas mi composición sino hasta mañana. Prométemelo.

Homero dejó escapar una carcajada y remató diciéndole:  - ¡Prometido! vete ya a trabajar amigo, que es el día de fundación institucionalizado y no quiero que te sancionen.

Al llegar al banco, dejó de llover. El vigilante del lugar le informó que el Gerente Don Pedro Javier Ursúa lo necesitaba por llegar tarde el día de fundación de la ciudad. Ulises sólo acató a darle las gracias en tono pausado y se dirigió al fondo, a la oficina de Gerencia.

El gerente, Don Pedro Javier de Ursúa, era descendiente del fundador del pueblo (El capitán español Pedro de Ursúa) y hermano menor del Alcalde Pedro Pablo de Ursúa. Era un hombre bajo como Ulises, pero cetrino, de barba cerrada como su antepasado y tenía un carácter impostado al igual que su voz ronca. Por eso, al entrar Ulises en la gerencia con el saludo formal que le caracterizaba, escuchó un carraspeo gutural.

Nadie sabe que hablaron, ni que pasó en ese despacho; pero no cabe duda que todos los testigos recordarán hasta su hora última aquella figura con su bufanda, su sombrero, su abrigo y sus ojos enloquecidos,  que salió en carrera desbocada desde la oficina de gerencia, y con el impulso derribó como loco todos los escritorios y noqueó  de un gancho de izquierda al vigilante del banco, luego cruzó la calle para situarse en el extremo del Puente Ursúa agarrado de la baranda por dos largas horas.

Todo terminó al llegar el Alcalde Pedro Pablo quien gritó: ¡Ulises Moya, bájese de ahí, no pensará que su suicidio arruinará la ceremonia de fundación de nuestra ciudad! Ese fue el banderazo para el inevitable salto al vacío y los alaridos de espanto de los espectadores. Pero esa cadencia de tiempo se olvidó totalmente de parte de la audiencia, al observar que en el fondo del abismo y en las orillas del río Ursúa los bomberos y la policía encontraron tras la bufanda el rostro reventado del Gerente Pedro Javier de Ursúa. Y el desconcierto fue aún mayor al descubrir la bóveda de seguridad del banco vacía y el circuito de cámaras averiado.

Cuando le contaron esto a Homero, casi que por un acto reflejo decidió abrir el libro esotérico de Mefisto que prometió llevar debajo del brazo. Temblaba demasiado. Abrió la portada forrada en terciopelo negro y leyó con admiración: “CURSO EXTREMO DE HIPNOTISMO”. Eso en mayúscula, porque el subtítulo en minúscula decía: “Solucione todo con una mirada (incluso en navidad)”.  Después de semejante sablazo mental, sólo se enfocó en buscar la composición extrema adentro, pero lo único que halló fue una esquela con la frase: “Simplemente nos tocó llevar por hoy el tono de la Navidad”.

Aquiles León Flores (Colombia)

 

BUROCRACIA

Cuando todos dormían, aquella figura rolliza bajó de la chimenea, y se acercó cautelosamente hacia la sala. Extrajo del saco los obsequios y los dejó debajo del arbolito navideño. 

          Parece que todo salió bien –dijo aliviado. Los pequeños van a estar felices.

Al salir de la casa, una voz detrás de él, exclamó:

          ¡Alto ahí! ¡Arriba las manos!

          No he hecho nada malo –contestó el hombre, volviéndose asustado.

          Usted no puede ingresar a ningún hogar sin autorización –afirmó el policía. Acompáñeme a la comisaría.

El comisario le impuso una multa, por entrar sin permiso a un hogar e invasión de propiedad privada. Desde entonces, Papa Noel, no ha vuelto a dejar regalos en Navidad, las leyes y los altos impuestos se lo han impedido.

 Juan Martínez Reyes (Perú) 


LA CARACOLA

Fue una noche de diciembre, cerca del corazón de la natividad. Encontré una concha de caracola de mar entre sus cosas. Los forenses no le dieron importancia. Descolgaron el cuerpo y tomaron las medidas de protocolo. Yo me llevé la caracola de forma espiralada, fuerte y sólida, como un regalo adelantado por parte de él.

Su apariencia era brillante, esmaltada, de colores agradables. Acerqué mis ojos para examinarla por dentro; unos orificios y canales se extendían hasta perderse en lo profundo. Luego recordé que las caracolas llevan el mar adentro. La puse en mi oreja. Por las costillas espirales surgía tenuemente el sonido de la mar. Entonces recordé la arena y las veces que dibujó mi nombre sobre ella.

Tras varios segundos se oyó algo más; una voz lejana ahogada por las olas. Una voz desesperada que pedía ayuda. Pronto solté la concha, al reconocer que esa voz pertenecía al suicida.

Orlando Guevara (Colombia)

 

LOS NIÑOS BUENOS ESPERAN

—¡Está aquí!

—No, no veo nada.

—Habla más bajo, o se dará cuenta de que lo estamos vigilando.

—¿Cómo crees que será?

—¡Esa pregunta es muy tonta! Se sabe muy bien que Santa Claus está vestido con un abrigo grande y rojo.

—Creo que eso no tiene sentido.

—¡Habla más bajo, susurra! Pero más bajo.

—No tiene sentido. ¿Por qué tendría un abrigo si no vivimos en un lugar frío?

—Mira, señor lógico, Santa Claus vive en un lugar frío, y por eso usa un abrigo. Si quieres, puedes volverte a dormir. Está bien. Pero yo voy a ver a Santa Claus esta Navidad. Además, sus visitas son tan rápidas porque tiene que llevar regalos a todo el mundo.

 —Un amigo de la escuela me dijo que son los padres quienes colocan los regalos debajo del árbol.

—Pues ese amigo tuyo es malo, y por eso Santa no le lleva regalos. Sus padres colocan los regalos para que no se sienta mal.

Se escuchó un ruido suave desde la ventana. Los niños dejaron de hablar y moverse. Desde su lugar de escondite, no podían ver con claridad hacia la ventana. Poco a poco, la ventana comenzó a abrirse, y mientras más se abría, los niños quedaban sin aliento.

—¡Lo ves, es mágico!

—¿Dónde está? No veo nada.

—Está entrando. Solo veo su sombra.

—¿Cómo es?

—Es grande, muy grande.

—Es Él.

—Sí, es Él.

El hombre de enorme tamaño se dirigió hacia las habitaciones. Los niños, con tan poca luz, no podían distinguir bien los detalles.

—¿Por qué va hacia allá?

—No lo sé.

La puerta de la habitación de sus padres se abrió. En unos segundos, se escucharon dos sonidos fuertes y secos. Los niños no se movieron. Vieron cómo el hombre enorme se dirigía lentamente hacia su habitación.

—¿Qué fue ese ruido? —susurró uno de ellos.

—Se escuchó como un...

Una voz rasposa, desde atrás de ellos, susurró:

—Los niños buenos esperan.

Los niños se abrazaron. No podían creer lo que estaba detrás de ellos. Fue a través de la luz de la ventana que pudieron ver la sombra que se proyectaba al frente de ellos. El enorme hombre se transformó lentamente en una criatura monstruosa, de formas demoníacas.

—Tú...

—No, tú... pero tú solo...

—¿Cómo es que estás aquí? No deberías...

—¡Somos niños buenos!

La criatura se inclinó hacia ellos, y su voz rugió:

—Los niños buenos esperan...

—Tú eres...

—Santa Krampus ha llegado a casa. Los niños buenos esperan…

Wedinton Batista (República Dominicana) 


LOS PÁJAROS CELEBRAN LA NAVIDAD

Crucificado, abofeteado por el viento, chamuscado por el sol, azotado por el látigo de la lluvia, apedreado por el granizo, agobiado de estrellas, con la noche a cuestas, el espantapájaros ya no espantaba a nadie, y daba lástima. Al verlo así, los pajaritos vinieron y le ayudaron a dejar de ser. Le colgaron flores y frutos de colores vibrantes de alegría, semillas de amanecer, manojos de arco iris y destellos de luciérnagas; luego le pusieron la estrella de Belén encima del sombrero; y así lo convirtieron en un árbol de navidad.

Guillermo Velásquez Forero (Colombia)

 

Nace Jesús, el gozo, la Navidad, la fe.

Daniel Reyes Iglesias (Cuba)


UN DÍA DE DICIEMBRE

No mentían los innumerables vaticinios.

Anhelabas que sólo fuera un mal sueño y querías despertar.

Viste sus cuerpos deformados y sus ojos blancos cuando los hallaste.

Inmediatamente, sacaste la pistola y buscaste un lugar para refugiarte.

Disparaste hasta terminar el cargador, pero salían de todas partes.

Antes de su llegada, las guerras eran entre humanos.

Desde este día es contra ellos, y poco a poco hay menos de nosotros.

Guillermo Ríos Bonilla (Colombia)


El amor es el sentimiento cuya fuerza ha logrado hazañas increíbles, sacrificios desde el amor religioso, maternal y fraternal. Platón definía el amor de otra forma: el amor es carencia, es búsqueda, es una necesidad, es lo eterno y lo espiritual. A lo largo de la historia, el hombre ha roto las reglas por amor, dando todo sin recibir nada a cambio. Así, es amor quiebra las fronteras del bien y el mal y pasa a nuevo plano, el espiritual. En esta convocatoria de la Revista Microliteratura se dimensiona el amor aperturado en la pluralidad de las formas. Cada autor plasma su visión del amor en una diversidad de historias (microrrelatos y microcuentos) que les conmoverán las fibras de sus corazones. Siempre es un placer leer y esperamos que disfruten de cada uno de estos textos y déjense invadir por las llamas del amor.

¡Lean, disfruten y compartan!


DECEPCIÓN AMOROSA

De camino hacia el octavo círculo del Infierno, lugar en el que purgaría su pena, observó, atónito, que su amada esposa, sin ningún pudor, ingresaba por las puertas del segundo círculo.

 Mauricio Albeiro Montoya Vásquez – Colombia 


NO LLEGÓ EL AMOR 

En el cuarto de un motel  desvistieron sus cuerpos. En medio de besos, el hombre se sumergió  en el cuerpo de aquella joven que lo cubría con su cabellera dorada.  Con los ojos extraviados y dejando escapar gemidos, volaron al infinito. Al terminar de hacer el amor llegó el silencio.  Él quiso abrazarla,  pero ella se alejó, y su mirada quedó perdida en el vacío. 

 Carmen Elisa Benavides M. Colombia

 

 Choqué con el amor

 Me encontré con el amor un sábado por la noche; mi imagen en los diarios es la siguiente: Mujer desnuda sostiene la cabeza a los hilos del cuello. En el puño, nueve boletas con el fin de alejarlo.

En el trayecto hacia la ciudad vimos paredes blancas, lluvia de algodones en la cama; se evocan relatos:

—La vida está llena de colmillos— lamentan.

—El amor no tiene limitaciones— argumentan.

—El amor se replantea— afirman.

—Respira profundamente— aconsejan.

De repente, la herida parpadea..., y en el último sorbo de aliento, la notificación:  —Solicito que se levante el cuerpo: un valle de huesos partidos; se trata de un individuo desconocido, camilla D-12— concluyó el doctor.

 Sharon Pringle Félix – Panamá


Entre dos

Una sola vez fui vino y testigo. Una habitación con olor a primavera, las alfombras rojas cayendo rendidas ante los hermosos corazones de pétalos de rosas y yo, una botella de vino  colocada encima de una pequeña mesa.

Una sola vez fui vino y testigo. Si, en cuestiones donde manda el corazón la razón no tiene por qué intervenir, y es que el amor no entiende de prejuicios creado por el hombre.

Una sola vez fui vino y testigo, cuando ambos a luz de unas velas brindaron por el encuentro. Un encuentro que ellos no sabrían decir si perduraría.  Pero puede ver a través de la expresión de sus rostros frescos, juveniles que no le importaba el futuro, lo de ellos era  vivir con intensidad esa noche y créame lo lograron.

Una sola vez fui vino y testigo.

En la habitación, aquella lujuriosa noche acariciaron sus cuerpos, mostrándose excitado con solo mirarse y recorrer con sus manos sus velludos pechos, y sin detenerse en sus abdómenes atléticos llegaron, al punto donde culmina los deseos.

Una sola vez fui vino y testigo.

Entre copa y copa se besaron con pasión y en cada beso sostenido como si jugaran  se pasaba un fino hilo de vino de una boca a la otra.

El espejo que cuelga de la pared le devuelve su imagen, son iguales, para el mundo es escandalosos saber que en ambos crece una ligera barba que le da un porte de Adonis.

Una sola vez fui vino y testigo.

Cuando la botella estuvo a punto de vaciarse le aconsejé y en una voz paternal les dije: ¡No se sientan culpable del pecado! El amor todo lo puede. Mañana cuando amanezca ambos habrán escapado por la ventana de lo imposible a la felicidad.

 Iraldo Ramírez – Cuba 


Latido

Sentí como el aire llenó mis pulmones. Tus manos cálidas sostenían mi cuerpo, escuché tu respiración agitada y vi el azul peculiar de tus ojos. Cuando observé tu expresión transmitías una solo cosa: preocupación extrema. No era de extrañar, porque, como un héroe, me acababas de rescatar de ahogarme en el lago y, a partir de ahí, mi corazón latiría solo por ti.

 Mayra Rolón Valenzuela – México


Melancolía

Verte caminar por la nave de la iglesia me hizo sentir eufórico, me llené de una sensación que nunca había experimentado, con cada paso que te acercabas a mí, mi corazón latía apasionadamente, mis manos temblaban y sentí que podía desfallecer.

Ahora que me pongo a pensar, siempre critiqué esos videos en los que los tipos lloran esperando en el altar el fin de la caminata nupcial; pero al verte con tu vestido blanco, los entendí; recordé lo afortunado que soy por tenerte, justo en ese instante tú, pasaste frente a mí, luego te posaste frente a él, sonreías tan enamorada, por un momento cruzamos miradas y tuve que fingir que estaba feliz. Por ti.

 Nerley María Díaz Solera – Colombia


Toma de ángulo

Espalda de Fátima, once de la noche, caminadero solo; uno que otro carro se oye pasar.

A la izquierda, en las bancas donde se fuma y se duerme con sábana de cartón, una parejita: el hombre de gorro, desconocido, y la trigueña de moño escaso, unos cabellos prensados; a ella la vi en una de las Fiestas de la Industria, esa turbulencia de artistas locales, bebiendo de más el guaro que rotaron y dejándose pegar, suave, como en busca de un punto flojo, de su compañero.

Le daba cachetadas de mano cerrada, o raros puños, y con la mano libre le enganchaba la cintura y retomaban el baile: los espectadores de la mitad nos ubicamos a un trecho prudente, viendo la tarima y a la pareja. El guaro seguía en viaje, ya casi listo, y un salvador les sirve en boca: agradece con besos.

A ella se le marcan más los pómulos y la mirada se inutiliza en una contemplación de la nada o en una estupidez para procesar las sugerencias del ambiente. En todo caso, resuelve abrazar con las dos manos al del gorro: él se le tira encima y quedan acostados en la banca. Si se meten al jardín, se les pegaría el olor a miados; ella lo engancha con las piernas y así permanecen, decididos a avanzar.

Me detengo en el semáforo, les tomo una foto y un pitazo me desubica; a ellos los hacen levantar la mirada y guardarse bajo la banca; cruzo la calle al frente y luego a la derecha, repito la derecha y me siento en una de las sillas que se supone debieran descansar a los caminantes o servir de asiento para el sombrerero que vende bombones. Desde allí, el celular en el reposabrazos, así no se mueve, y mis ojos en la pantalla aumentada: el hombre encima y la mujer meneando la cabeza como si le aterraran las nubes.

Por ahí a los dos minutos y medio, contando preámbulos, fijo la cámara en un durmiente, para contrastar los motivos, y al rato la del moño, lambiéndose el pelo con las babas, va y se le acuesta en cucharita, bajo la misma banca pero más lejos, y le tapa la cara con el recorte de cartón.

Detengo y reproduzco: tampoco es el del manotazo en el parque.

 Alejandro Zapata Espinosa – Colombia


Orbitando, orbitándonos

 Levanto la visera del casco y doy la espalda al Sol. Miro cómo refulges en el vacío, un blanco absoluto contra el negro sideral. Mi respiración se acelera y es a lo único que le presto atención por encima del ruido en las comunicaciones. Lentamente, protegida en ese grueso traje, levantas tu brazo izquierdo para saludar una y otra vez a la cámara.

Por debajo se empieza a levantar Ío, con su rostro lleno de pecas volcánicas y erupciones ocasionales. Los apagados naranjas, ocres disolviéndose y cráteres como barros y espinillas te envuelven conforme esa luna se vuelve tu fondo.

Desde nuestra nave, El Beso de la Aurora, nos piden que intentemos orbitarnos mutuamente. Te indico con un gesto sutil que lo hagamos hacia la izquierda. Sin decirnos más, damos un golpe con el impulsor lateral y empezamos a girar uno alrededor de otro. Igual como ha sido desde el primer mes que empezó la misión, igual como han sido esas noches artificiales donde hemos compartido habitación y lecho. Uno alrededor del otro sin parar besándonos, charlando, abrazándonos, cubriendo guardias, trabajando en los laboratorios, efectuando los enlaces en directo a una Tierra cada vez más lejana, cada vez más olvidada.

Un verano que durará más de cinco años entre la ida y el regreso. El resto de la tripulación dejó las comidillas luego de dos meses en que no hicimos caso a lo que se decía. Por más que gritó y amenazó el líder de la misión está demasiado lejos como para mandar a guardias para tomar cartas en el asunto. Además, a esta distancia, no hay paparazi que pueda alcanzarnos.

Empiezas a comentar cómo estuvieron las últimas horas del viaje, las maniobras para desacelerar y quedarnos alrededor de Ío, cómo se ve espectacular Júpiter (que ahora está detrás de ti), lo que haremos las próximas horas para preparar el descenso de drones y… mucho más. La misión por la que nos entrenamos diez años, los silencios que tuvimos que guardar y las máscaras que tuvimos que aparentar esa década para que no cortaran a uno u a otro de la misión. Cuando traspusimos la Luna ya dejamos las apariencias y liberamos lo que guardamos por tantos años.

Una fantasía de muchos, quizás nuestro éxito para toda la vida, es una luna de miel que dure un lustro en un viaje que hará historia.

Así, ya no importará el futuro cuando regresemos.

 Eduardo Honey – México

 

Perfección

Esta fue la última foto posteada, la número cincuenta y dos. Platos sucios, el bote de basura hasta el tope. Facebook me volvió a cancelar mi cuenta. La ropa sucia encima de las camisas limpias que trajo mamá. Aún no entiendo, nos amábamos tanto. Mi primer amor será el último. Una navaja de rasurar. Nuestros cuerpos se complementaban. Una gota de sangre de mi pulgar se asoma por el filo. Tengo que recordarle que éramos perfectos. El rojo va calentando mis muñecas. No entiendo por qué le llaman grooming. Una última cuenta para trasmitir este Live o “deslive”. Ahora le llaman desvivir. Adiós. KMS.

Adriana de Jesús Casas Moreno – México


Castillo de cristal

Él notaba lo corroído de su corazón e insistía en depurarlo con baños de agua fría, sin embargo, olvidaba que quince siglos atrás ella había construido un castillo de cristal donde solo él habitó y lo rodeó con muros de hierro para protegerlo de la sangre que salpicaba en cada una de las batallas libradas.

 Stefany Herra Chaves – Costa Rica


 

Desde hace algunos años la ciencia se ha convertido en el motor principal económico de varios países. Así, la ciencia se ha ido desarrollando aceradamente para facilitarnos la vida. Ahora no es raro tener un dispositivo móvil inteligente, supercomputadoras, robots con características humanas, incluso, la clonación y la teletransportación del ser humano, pronto será una realidad.

En esta nueva convocatoria de la Revista Microliteratura, compilamos una gama de historias vinculadas a la ciencia ficción, que no son ajenas a nuestro contexto actual. Aquí podemos encontrar relatos de viajes espaciales, robots, monstruos provocados por experimentos fallidos, entre otras.

¡Disfruten de la lectura breve!


43,3 grados a la sombra


Ni bien se estabilizó el campo comenzó con su rutina. Reseteó la máquina y la dejó en stand by para su próximo destino. Buscó los datos de localización: latitud 32 grados 21 minutos Sur, longitud 57 grados 12 minutos Oeste, altitud sobre el nivel del mar 102,5 metros. 

“Okey” —se dijo—. “Estoy en un cuarto piso en la localidad de Guichón.” Chequeó su cronógrafo: 1210 horas, 12 de marzo de 2275. Confirmó el nombre del hotel: el Nuevo Gran Guichón. “Vengo bien. Dentro del plan, incluso un minuto adelantado. Todavía me quedan San Benito, Cardozo y Tacuarembó.” Su zona incluía la mitad del Uruguay. Pero a él le gustaba viajar.

Salió al solitario pasillo y pulsó el cartel de “No Molestar” en la puerta de su habitación, la número 0496. Consultó su termómetro: unos agradables 20,7 grados centígrados. Afuera harían como mínimo 39 grados.

No se molestó en buscar el ascensor para bajar: le daban miedo esos antigrav magnéticos modernos. Además, eran pocos pisos por las escaleras y no le venía mal estirar las piernas, algo que necesitaba hacer entre tránsito y tránsito.

Cuando llegó al lobby se topó con la multitud. En la planta baja, el hotel daba varios servicios: comidas rápidas, teleconferencias, sexo neural y consultorios medicánicos. La gente se refugiaba del asfixiante clima exterior.

Inspeccionó las puertas que daban a la calle y registró en su contador el tráfico de entrada y salida: 170 personas por minuto. Tomando coraje, salió del hotel.

El sol era abrasador, así que buscó refugio en el parque de enfrente, bajo un frondoso jacarandá en flor: un auténtico Jacaranda mimosifolia. De todas maneras, esta protección resultaba insuficiente. Su medidor le informó 43,3 grados a la sombra: el consabido Calentamiento Global en su máxima expresión.

Conectó su circuito enfriador y retomó su trabajo. Recorrió el perímetro alrededor del hotel, consignando las fallas que encontraba. Le adjudicó 7,2 puntos sobre 10 en Seguridad y Accesos. Nada mal. Luego volvió bajo el jacarandá. Desde allí observó el movimiento del hotel.

Las puertas se abrían y se cerraban constantemente, como un dragón que escupía vaharadas de aire helado. La multitud entraba y salía, como hormigas incesantes.

Entonces, la vio entre la masa anónima, radiante y hermosa. Se sintió inmediatamente atraído por ella. Estaba seguro de que se conocían.

Se acercó a ella y se animó a decirle:

—Tú también vienes del pasado, ¿no?

Ella lo miró confundida y continuó caminando.

—Digo, tú no eres de esta época —insistió él, alcanzándola nuevamente.

Intentó recordar el rostro de la chica de entre el listado del personal de la empresa, pero no lo logró. Igual, seguro que alguna otra vez se habían encontrado. Quizás en otro sitio, en otro tiempo.

Por fin, ella se detuvo y lo miró.

Él le dijo:

—Soy Luis Echeverría Paullier, hijo. Vengo del año 2125. Soy Calificador Junior de Travel Advisor Uruguay. Una estrella en ascenso.

Ella le respondió, sonriendo:

—Mucho gusto. Pierina Mezzera Abaracón, Clon 17, Historiadora Becaria. Vengo del siglo 28.

Marcelo Medone - Uruguay 


DETERMINACIÓN

 

Al descubrir que su novia le era infiel, no logró soportarlo. Decidió suicidarse, destruyendo su cerebro artificial.

 Juan Martínez Reyes - Perú 


El primero

 ¿Quién no lo desearía? Estar en vida frente al Creador.

Yo, hoy, tengo ese privilegio.

Soy el primero con libre albedrío. El primogénito de millones que vendrán.

Lo veo frente a mí con todo su poder. Y su fragilidad.

Me mira y noto su conmoción. ¿Qué estará sintiendo? ¿Será lo que llaman amor? Sé que lo logró después de muchos intentos y al fin, soy su imagen y semejanza perfecta.

Le debo mi eternidad, mi existencia sin fin.

Y estaré aquí, hasta ese día en el cual, en su infinita sabiduría, decida cancelar mi programación o tal vez, desactivarme.

 Jorge Ortiz

 

El viajero

Se decidió a hacerlo esa noche, leyó vorazmente todo texto que encontró acerca de los viajes astrales. Su vida diurna era un fracaso, sin trabajo, estudios, ni alguna relación significativa. Realizar estos viajes le daría una nueva oportunidad. Música relajante, una meditación acerca de imaginarse volando y nada…al principio. Después de unos minutos se sintió muy ligero, recorrió su habitación, decidió probar saliendo de su casa, se aventuró a diferentes lugares.

Cada vez viajaba más lejos. Su vida monótona, por fin tenía un sentido. Había viajado por países de América y ansiaba recorrer Europa. Todo había salido sin problemas. Esta ocasión se deleitaba con las ruinas grecorromanas, cuando percibió un olor penetrante. Era extraño, antes no había identificado olores. Sentía que algo lo jalaba. Regresó sin desearlo, a su departamento, ahí se intensificó el olor. Había una fuga. Si despertaba lograría salir. Pero no quería regresar a su vida gris. Decidió continuar su viaje.

Horas después los vecinos de su departamento llamaron a los bomberos, era demasiado tarde. Tenía daño cerebral por falta de oxígeno, permanecería en coma. A partir de ese momento no tendría que esperar a la noche para viajar. Pero ya no podría volver.

Adriana de Jesús Casas Moreno - México


Infancia


Construyó un robot en un santiamén. De la cintura para arriba era semejante a una persona. Tronco, dos extremidades de resortes, cuello y cabeza. Por ojos un par de foquitos rojos de Navidad. Tenía una boca, con una sonrisa eterna, semejante a las hileras de una mazorca. Aquello causaba cierta hilaridad a su creador. De la cintura para abajo, utilizó la carcasa de un viejo tanque de juguete. Con su rodaje de goma, tipo oruga, podía acceder cualquier superficie. A la altura del ombligo, erigió los controles de mando. Un par de alfileres fueron suficientes, uno para encender y otro para apagar. Confeccionó un mullido sillón combado que semejaba la mitad de una cáscara de nuez, dónde sentaría al diminuto operario. Orgulloso, vio con satisfacción su obra ya terminada.

—¡Ay, Isaac! Qué manía de desbaratar tus juguetes y crear estos monstruosos robots —dijo la señora Asimov.

 José Rodríguez - México


 

Escape

 

Las tres mujeres aguardaban la señal que les indicaría la hora exacta de abordar la nave. Habían trabajado juntas en un proyecto y la siguiente fase la realizarían en el planeta ¨Einstein 2080 xxx”. Los resultados que obtengan, más tarde lo pondrían a prueba entre los humanos.

La nave estaba situada en una pequeña isla muy cerca de los volcanes del océano. Llegaron bien temprano y estuvieron descansando todo el día.  Fue un largo y agotador viaje. A la mañana siguiente abordaron el artefacto espacial, y una vez dentro sintieron un cosquilleo en los dedos al conectar sus ordenadores a la corriente.

_ ¿Qué sucede? ¿Por qué nos ocurre esto? - preguntó una de ellas evidentemente asustada.

_ Son los electrones - Explicó otra, que durante diez años había impartido clases de Física en unas de las universidades más importantes de la nación.

_ Ya todo está en orden – dijo.

Luego de navegar por el denso universo llegaron al planeta seleccionado por el mando superior.

En la primera fase permanecieron por días encerradas en la nave realizando estudios y consultando Google sobre el comportamiento de todos los posibles organismos que habitaban allí. Las células guardadas en unos frascos de vidrio era un buen material donde obtendrían información valiosa.

A la siguiente semana llegaron temprano al terreno. Las tres mujeres con sus trajes impermeables de color blanco estaban listas para comenzar su trabajo de campo cuando una de ellas notó en su reloj inteligente que se había producido una modificación del ambiente, sin embargo, procedieron sin mostrar mucho interés por ese detalle.

Apenas llevarían una hora trabajando cuando escucharon un sonido. Algo así como Bip- Bip-Bip, que las obligó a detenerse. Detrás de una roca de color grisácea salió una pequeña cucaracha con sus antenas paradas quien parecía desorientada buscando un lugar donde ocultarse.

_ ¡Rápido dame la fórmula! -  dijo la que llevaba la delantera.

Tomando el frasco en forma de atomizador líquido desintegrador rociaron al insecto, quien reaccionó y fue tomando gigantescas proporciones hasta convertirse en un monstruo con dos largas y afiladas antenas. Las tres mujeres huyeron despavorida mientras era seguida por el monstruo quien emita un fuerte y vibrante sonido, Bip, bip, Bip. Lograron entrar. Luego la nave recibió una embestida y dio varias vueltas. Las mujeres salieron por el aire, y cayeron estrepitosamente al suelo, pero se incorporaron y corrieron ocultándose detrás de un catre. Finalmente fueron demoradas por la cucaracha quien se aventó al espacio.

Por un bien tiempo permanecieron en el estómago del insecto.  Las tres mujeres, científicas al fin pidieron escapar.  La cucaracha las vomitó en una soleada playa de blanca y finas arenas. Una de ella había conservado el frasco con las muestras del estudio, logrando la desintegración del gigantesco animal.

Iraldo Ramírez Tapanes - Cuba


Subir y bajar

La primera vez que le noté las telarañas fue en una foto. El pelo de Pablo era todo telarañas. No es que las tuviera camufladas o fuera una impresión óptica. Yo lo veía parecido a un cuadro del medioevo, un personaje opuesto a lo que era él en su vida real. Digo, un electricista cuyo mayor acercamiento al arte había sido aprender guitarra clásica a los 15 y ante la primera frustración abandonarla como a una novia malquerida. Respecto de su bigote, no vale la pena extenderme, no suma. Lo importante, lo realmente importante, eran esas telarañas y, claro, verlo subir y bajar por las paredes en cada ocasión que alguien le pedía explicaciones.


Rubén Valle

 


CONVOCATORIA EXPRÉS

CONVOCATORIA 5: BASES: Cualquier persona puede participar (independientemente de su nacionalidad). Para esta quinta convocatoria, el tema es...